Las
cosas del universo son estructuras que se ordenan jerárquicamente en escalas de
acuerdo a espacio y complejidad. A partir de las partículas fundamentales y
hasta abarcar la totalidad del universo, toda estructura es subestructura de
alguna estructura y contiene a su vez subestructuras. Sus subestructuras, que
pertenecen a la escala inmediatamente inferior, son sus unidades discretas. La
estructura de la escala más pequeña es la que relaciona y organiza las
partículas fundamentales. La estructura de la escala más grande de todas las
posibles es el mismo universo, ya que es la única estructura existente que
contiene la totalidad de las cosas.
Patricio Valdés Marín
Estructuras
y subestructuras
Una estructura se caracteriza esencialmente por tres
elementos: Primero, por sus funciones, es decir, cómo aparece, cómo se
manifiesta, cómo se relaciona con otras estructuras, lo que vendría a ser el phenomenon kantiano. Segundo, también se
caracteriza por sus partes o subestructuras. Éstas, aunque le están
subordinadas, la estructuran. Las funciones particulares que una estructura
posee, aunque derivan de sus partes, le son tan propias que la caracterizan. La
función del oído como órgano de sensación es oír; pero, el oído, como parte de
un organismo biológico, como un ser humano, es escuchar. Por último, una
estructura se caracteriza por ser parte de una estructura de escala superior.
Como un todo una estructura es mayor que la suma de sus
partes, ya que consiste en sus partes, en ella misma y en ser parte de otras
estructuras. El conocimiento de las partes y su participación en estructuras de
escalas superiores de una estructura particular es el comienzo del conocimiento
de la cosa en sí. La cosa en sí no se conoce en sí misma, pues nada de una cosa
en sí misma es relevante ni tiene significación, sino que, en contra de Kant,
se la puede conocer en su relación a sus componentes y a las cosas de la que
forma parte. Las cosas de la que una estructura particular forma parte están a
escalas superiores. Esta vinculación permite a esta estructura relacionarse con
estructuras de su misma escala. Un árbol es protegido y protege a otros
árboles, porque todos ellos son partes de un bosque.
Estructura se identifica con sistema en el sentido de
que su organización contiene unidades funcionales diversas y necesarias de
aprovechamiento de la energía que permiten su propia funcionalidad. Asimismo,
estas unidades son también sistemas. Así tenemos por ejemplo que un automóvil,
en sí mismo un sistema para movilizarse, se componga de muchos subsistemas
completos: combustión, propulsión, conducción, instrumentación, amortiguación,
detención, señalización, iluminación, seguridad, economía, estética, etc.; y
que cada uno de estos sistemas esté compuesto por uno o más subsistemas.
También un automóvil, en cuanto unidad, es parte de un sistema mayor, que es el
sistema vial de transportes. Éste incluye carreteras, señalizaciones,
reglamentos, centros de servicios, estacionamientos, servicios de reparaciones,
etc. Un sistema vial de transporte junto a otros sistemas de esta misma escala,
como sistemas de agua potable, de energía, de comunicaciones, legal,
administrativo, etc. pertenecen a una estructura aún mayor.
Para referirnos a las estructuras respecto a sus
subsestructuras y a las estructuras de la que forma parte, hablamos de escalas,
no de niveles. Los niveles representan segmentos más o menos homogéneos de una
misma escala que está graduada para incluirlos. Cada escala, en cambio,
comprende cosas que pueden relacionarse directamente entre sí, está incluida
dentro de las escalas mayores e incluye las escalas menores. El universo, o
cualquier cosa, puede indudablemente dividirse en niveles, con partes homogéneas,
pero tal división no tiene otra significación que indicar que existe una escala
para la misma. La idea de escala comprende las nociones de relacionarse,
incluir y ser incluido, reflejando precisamente el modo de ser del universo y
sus cosas.
Una estructura se define por el tiempo y el espacio.
Así, una estructura es primordialmente toda cosa del universo que ocupa espacio
en un momento dado. Es, por tanto, volumétrica, cuantificable y medible.
Incluye desde una piedra hasta un pensamiento, desde las mismas partículas
subatómicas hasta el universo entero. Una estructura es una organización con un
grado relativo de identidad, complejidad, multifuncionalidad, viabilidad y
subsistencia. Depende siempre de su relación con otras estructuras dentro de su
misma escala, de las estructuras que son sus subestructuras y de la estructura
de las que es una subestructura.
Mientras ocupe un espacio y subsista en el tiempo, una
estructura posee identidad. Un bosque puede tener tres, veinte o un millón de
árboles, y éstos pueden ser todos pequeños, todos grandes o una mezcla
heterogénea de árboles pequeños, medianos y grandes, pero su identidad proviene
no en razón de la cantidad ni del tipo de árboles, sino de que existe en un
tiempo dado y ocupa un lugar determinado. El tiempo y el lugar son lo que
distingue a un bosque particular de cualquier otro bosque, otorgándole una
identidad propia. Y lo que vale para un bosque, vale para todo tipo de
estructuras, incluido un manto electrónico de un átomo, cuyo lugar espacial es
un estado cuántico, o un cuerpo móvil cuyo espacio es el que está ocupando
mientras se mueve en relación a otros cuerpos.
Por último, pero no por ello menos importante, la
estructuración del universo es la condición antecedente y necesaria para la estructuración
de todas las escalas, que le son menores. Esta doble dependencia constituye una
reciprocidad estructural. La estructuración del universo es, por ejemplo, un
requisito para la estructuración del ser humano. Esta idea nos empalmará con la
próxima sección.
Jerarquías
Las estructuras se ordenan en forma progresiva y
jerárquica según la dimensión o complejidad de las escalas. Una estructura es
mayor que sus subestructuras, ya que las contiene. También una estructura es
más compleja que sus subestructuras, pues, además de poseer las funciones de
sus subestructuras, posee su propia funcionalidad. Toda estructura pertenece a
una escala determinada, está compuesta por estructuras relativamente
heterogéneas de escalas inferiores y, a su vez, pertenece como subestructura a
estructuras de escalas superiores.
Desde el punto de vista evolutivo existen dos procesos
en las estructuras. El primero es la funcionalidad de las subestructuras, que
permiten la existencia de estructuras de escalas superiores, las que integran.
El segundo es la funcionalidad de una estructura, que permite tanto su
subsistencia como la creación de un entorno para la estructuración de sus
propias subestructuras. Estos dos procesos recíprocos posibilitan explicar la
evolución: por una parte, la funcionalidad permite el salto de escala al
relacionar dos o más estructuras para dar existencia a una estructura de escala
superior; por la otra, la funcionalidad superestructural posibilita la
existencia de estructuras en una escala inferior. En una perspectiva más amplia,
el entorno del universo permite la estructuración en cualquier escala, siempre
que las escalas inferiores de cosas hayan sido estructuradas.
Podemos distinguir dos tipos de órdenes jerárquicos
dentro de la estructuración del universo y sus cosas. En primer lugar, desde el
punto de vista espacial y, por tanto, de la cantidad, una estructura,
incluyendo el ser humano, puede ocupar un lugar determinado entre las
estructuras más pequeñas, que son las partículas fundamentales, y la estructura
mayor de todas, que es el mismo universo. En segundo término, toda estructura
ocupa un lugar según su grado de funcionalidad y, por tanto, de complejidad,
entre las estructuras más simples de todas, que son también las partículas
fundamentales, y la estructura más compleja y multifuncional de todas.
Hasta donde podemos saber, el ser humano es la
estructura más compleja y funcional de todas las que existen. Ello se explica a
causa de que el ser humano posee finalidades que le son exclusivas por ser
intencionales. Esta intencionalidad le viene por su capacidad intelectual para
el pensamiento racional y abstracto. Incluso la estructura social, que
comprende al individuo humano, que es mayor que el individuo por contener
muchos de éstos, es menor que el ser humano individual en el orden jerárquico
de la funcionalidad, pues la finalidad de la estructura social son el bien
personal de los individuos que la componen.
En consecuencia, mientras el universo, en cuanto
estructura, se ha ido expandiendo, conteniendo en sí una creciente diversidad
de estructuras, la materia se ha ido complejificando en el transcurso del
tiempo y estructurando cosas con cada vez mayor grado de complejidad y
funcionalidad, hasta llegar a estructurar el mismo ser humano. Podemos entender
por complejidad, no la magnitud del volumen que ocupa una estructura, sino la
cantidad de escalas incluyentes que comprende una estructura y que le
posibilitan una funcionalidad múltiple y laboriosa. Podríamos decir que la
mayor complejidad se da cuando una estructura comprende la mayor cantidad de
escalas posibles y posee una gran variedad de unidades discretas. En el caso
del ser humano, él está en la cúspide de la jerarquía, no sólo porque tiene
emociones, deseos e imágenes, tal como los otros animales superiores, seres
altamente funcionales, sino también porque tiene la facultad del pensamiento
abstracto y lógico, y porque por ello es capaz de efectuar acciones
intencionales y de tener sentimientos y, por tanto, de amar y también de odiar.
El universo y sus cosas son organizaciones de muchas
escalas de muy diversos tamaños, contenidas unas dentro de otras, de modo que
cada escala es sucesivamente incluyente de las escalas menores. El tamaño menor
de escala es el de las partículas fundamentales, y el tamaño mayor corresponde
al mismo universo. Cada cosa individual, sea un animal, una molécula o una
idea, está contenida en una escala determinada dentro de la cual interactúa con
otras cosas de su misma escala. Si caemos al tropezar, es porque comprendemos
una escala subatómica cuyas unidades discretas, las partículas subatómicas,
contienen masa, la cual es funcional a las fuerzas gravitacionales que actúan
dentro de la misma escala de la masa que contiene el obstáculo con el que
tropezamos. Si pensamos, es porque nuestro cerebro, que tiene funciones
psicológicas, es capaz de estructurar entidades psíquicas, como las ideas y las
proposiciones, sostenidas en activos procesos electroquímicos de redes
neuronales, y es además capaz de relacionarlas ontológica y lógicamente dentro
de las escalas superiores intelectivas, las que pertenecen a nuestra actividad
abstracta y racional y las que son unificadas por la conciencia.
Para comprender más precisamente qué es una estructura,
conviene partir primero explicando de qué está compuesta fundamentalmente. Los
físicos atómicos y nucleares han encontrado una gran cantidad de partículas
subatómicas distintas (hasta más de doscientas). Algunas de éstas, las más
primordiales, deben pertenecer a la escala fundamental. De entre las más de
doscientas partículas subatómicas encontradas en las cámaras de burbujas de los
aceleradores atómicos, no hay acuerdo sobre cuáles serían estas partículas
fundamentales ni si se las conoce a todas realmente. El Modelo Estándar de la física de partículas ha reducido esta
variedad e partículas a 6 quarks y 6 leptones.
Las estructuras de todas las escalas posibles del
universo están constituidas en lo más fundamental por partículas fundamentales,
como los ladrillos de un edificio. Y los edificios también tienen paredes,
techos y pisos. Las cosas del universo están compuestas por un conjunto finito
de partículas fundamentales combinadas en forma particular. La funcionalidad
básica de las partículas fundamentales, que se caracterizan por su capacidad de
ejercer fuerza, permite la propia funcionalidad de la estructura particular,
independientemente de su escala. Todas las fuerzas conocidas en el universo
provienen de las partículas fundamentales, y una función no es otra cosa que
una combinación particular de las fuerzas básicas en determinadas intensidades
y duraciones.
El hecho de que todas las estructuras del universo
estén compuestas por el mismo tipo de partículas fundamentales tiene un triple
significado. En primer lugar, es la base que fundamenta la unidad de todo el
universo; las partículas fundamentales tienen el mismo comportamiento en todo
el universo, lo que permite el descubrimiento de las leyes naturales
universales. En segundo lugar, las cuatro fuerzas fundamentales que explican el
funcionamiento de todas las cosas del universo provienen de las partículas
fundamentales. En tercer lugar, es la base que nos permite explicar la
mutabilidad de las cosas: las cosas se transforman en otras cosas, porque sus
componentes en la escala fundamental pueden interactuar unos con otros y
también generar estructuras de mayor escala.
El hecho de que exista una jerarquía de complejidad
estructural progresiva a partir de las partículas fundamentales indica que
existe un siempre creciente orden estructural. De esta manera, la estructura de
un quark se compone de partículas fundamentales; la de un nucleón, por quarks y
leptones; la de un núcleo atómico, por nucleones; la de un átomo, por núcleo y
electrones; la de una molécula, por átomos; la de un ácido o sal, por las
moléculas, y si se procede en el camino de la biología, la de una proteína, por
aminoácidos; la de orgánulos celulares, por proteínas; la de una célula, por
orgánulos celulares; la de tejidos y fluidos, por células, la de un órgano, por
los tejidos y fluidos; la de los sistemas y aparatos fisiológicos, por órganos;
la de un organismo biológico, por sistemas fisiológicos; la de un grupo social,
por organismos vivientes; la de una especie biológica, por grupos sociales; la
de un ecosistema, por especies biológicas, y así sucesivamente. Si tenemos en
cuenta la escala de “organismo biológico”, podemos llegar a conocer la máxima
complejidad conocida, es decir, el ser humano.
Las ciencias se dividen en ramas que se caracterizan
por el objeto material de su quehacer, y las ramas tienen que ver con la
estructuración jerárquica. De esta manera, la física cuántica estudia las
partículas subatómicas, la física nuclear estudia el núcleo atómico; la física
atómica estudia el átomo; la física clásica estudia la masa; la física
eléctrica estudia las cargas eléctricas; la química estudia las moléculas; la
biología molecular estudia el ADN y el ARN; la anatomía estudia los órganos; la
biología estudia los organismos vivos; la neurología estudia el cerebro y el
sistema nervioso; la psicología estudia el comportamiento; la sociología
estudia la sociedad… y la filosofía estudia el universo y sus cosas.
También las estructuras se van haciendo cada vez más
extensas en la medida que la escala es mayor. Una estructura en una escala
determinada contiene las estructuras correspondientes a todas las escalas
inferiores. El continente donde vivimos, para comenzar arbitrariamente por una
estructura de una cierta extensión, está conformado por estratos geológicos y
es parte de la corteza terrestre. La corteza junto con el manto y el núcleo
conforma nuestro planeta Tierra. Ésta es una unidad discreta del sistema solar,
que es el conjunto de cuerpos celestes que forman una unidad gravitacional. El
sistema solar es una unidad de nuestra galaxia, la Vía Láctea, la que, a
su vez es parte de una estructura mayor que abarca un cúmulo de galaxias. El
conjunto de cúmulos de galaxias constituyen el mismo universo, estructura que
contiene absolutamente todas las restantes.
En una estructura sus unidades están generalmente en
una relación de interdependencia. Lo que afecte a una de ellas, afecta de
alguna manera u otra a las restantes. Cada cambio en una de estas unidades
afecta también a las subestructuras de escala menor que la componen. Un mecanismo
cualquiera de un avión puede afectar su capacidad de vuelo y éste precipitarse
a tierra, afectando indirectamente a las otras unidades. Un ser humano puede
morir o quedar discapacitado en mayor o menor grado por la falla de alguna de
sus subestructuras, como un infarto al corazón o una embolia cerebral. Un
bloque de un arco romano que se destruya lo hará colapsar, afectando a los
otros bloques. Pero también se da el caso de unidades que afectan directamente
otras unidades. Un árbol que se tale en un bosque produce un claro que termina
por afectar otros árboles en las inmediaciones. Una manzana podrida en un
canasto pudrirá por contagio a las restantes.
La funcionalidad de las estructuras de todas las
escalas proviene en último término de la funcionalidad de las partículas
fundamentales, pues las fuerzas fundamentales del universo emanan de éstas. A
causa de su especial funcionalidad, algunas partículas fundamentales no sólo
tienen una vida efímera de fracciones de segundo, sino que para existir,
siempre y necesariamente estructuran unidades mayores estables, en este caso
nucleones. A su vez, los nucleones tienen especial afinidad para estructurar
núcleos atómicos; y así sucesivamente en escalas sucesivas e integradoras,
hasta la consecución del ser humano y su capacidad de acción libre e
intencional.
Una estructura debe “adecuarse” para ser parte –como
unidad discreta– de un todo, el que pertenece a la escala inmediatamente
superior. Ejemplos: un átomo debe compartir electrones para ser parte de una
molécula o un cristal; una célula de un tejido particular del cuerpo debe
modificarse y ejercer una funcionalidad específica según la funcionalidad del
órgano; un ser humano debe asumir obligaciones para formar parte de una
sociedad.
Existe necesidad para que las estructuras de cualquier
escala sean integradas por estructuras de las sucesivas escalas inferiores,
pero, a medida que aumenta el número de tipos de estructuración, en
consideración a la cantidad de posibilidades sucesivas, la necesidad disminuye.
Átomos de hidrógeno y oxígeno siempre forman agua en una combinación de uno del
primero y dos del segundo. Y en las escalas superiores la necesidad desaparece
del todo, como es el caso de la escala de la acción humana puramente
intencional.
No debe suponerse que las estructuras de las distintas
escalas tengan naturalezas similares a las de nuestra experiencia. Lo único que
las hace similares es que son capaces de conformar estructuras de escalas
mayores porque son funcionales, y son funcionales porque están conformadas por
estructuras de escalas inferiores que son, a su vez funcionales, hasta llegar a
las partículas fundamentales que son fundamentalmente funcionales. Un electrón
no podemos concebirlo simplemente imaginando que es una especie de planeta que
gira en torno a su núcleo atómico, a modo de una estrella. Se lo puede ver
ciertamente como un corpúsculo que gira como planeta, pero también es una especie
de nube electrónica, o simplemente un manto que ocupa un nivel electrónico
determinado de un átomo. Entonces, difícilmente podremos entrar a concebir su
verdadera naturaleza, tan inaccesible es a nuestra experiencia cotidiana, y nos
deberemos contentar, en el mejor de los casos, con formulaciones matemáticas de
su trayectoria y de su estado energético. Igualmente, una idea nos es difícil
concebirla como una estructura tan material y tangible como un engranaje de
maquinaria, pero está constituida, tal como dicho engranaje, por partículas
fundamentales. Aunque tan intangible es una idea como sensible a nuestros
sentidos de percepción es un engranaje, ambas son estructuras del universo.
Unidades
discretas
Toda estructura, exceptuando las partículas
fundamentales, está constituida por subestructuras. Si un número de estructuras
dentro de una misma escala forma parte de una estructura viable y, por tanto,
subsistente, la estructura constituida es funcional y las subestructuras que la
constituyen son sus unidades discretas. Una escala agrupa un grupo determinado
de estructuras que se distinguen de otras únicamente con relación a una
estructura que las englobe como sus unidades discretas. Las subestructuras de la
escala inmediatamente inferior son las unidades discretas de una estructura y
son a su vez estructuras por estar ellas mismas compuestas por unidades
discretas de menor escala, y éstas por las unidades discretas que componen las
escalas sucesivamente inferiores que siguen, hasta llegar a las mismas unidades
subatómicas fundamentales, supuestamente las subestructuras de la escala
absolutamente inferior y que por tal consideración debemos denominar
fundamental.
La noción de escala rompe con la homogeneidad del
atomismo de Leucipo (siglo V a. C.) y su discípulo Demócrito (460 a. C. -370 a. C.), quienes
supusieron que dividiendo sucesivamente cualquier cosa se llega a una entidad
que ya no puede seguir seccionándose. Nosotros, si dividimos cualquier cosa, encontraremos
primero sus componentes de la escala inmediatamente inferior; luego si
dividimos los componentes de esta escala, hallaremos los componentes de una
escala aún menor, y así sucesivamente hasta encontrar las unidades subatómicas:
quarks y leptones, hasta donde se sabe las partículas fundamentales que las
componen y que son las entidades funcionales absolutamente primeras de todo el
universo.
Desde el punto de vista de la relación entre una
estructura y sus subestructuras, la distinción de Aristóteles entre sustancia y
accidente no sería otra cosa que la relación entre estructura y subestructura.
En una estructura sus subestructuras pueden cambiar o modificarse y permanecer
sin embargo como una entidad, lo mismo que con los accidentes de una sustancia,
la que permanece.
Es posible deducir teóricamente las estructuras más
simples a partir de sus unidades discretas, como sería el caso de los átomos y
en menor grado de las moléculas. Ya Dmitri Mendeléyev (1834-1907), al elaborar la Tabla periódica de los
elementos químicos, predijo por deducción las características de aquéllos que
aún no habían sido descubiertos en su época. Pero en la medida que aumenta la
escala, las posibilidades de estructuración se van magnificando hasta tal punto
que es imposible predecir el curso que toma la materia para estructurarse. En
este respecto, los seres humanos somos, por ejemplo, tan improbables como
cualquier otra forma que pudo haber evolucionado, habida cuenta de los
innumerables accidentes y eventos azarosos, a consecuencia del indeterminismo
fundamental, que ocurrieron en la evolución biológica que resultó en nuestra
especie.
Lo dicho hasta ahora no significa que entre unidades
discretas y estructuras mayores que las engloben deban mediar necesariamente
estructuras intermedias constituidas también por aquellas mismas unidades
discretas. Por ejemplo, las unidades de una estructura cívica (o sociedad
civil) y las de las familias o las corporaciones son las mismas, esto es, los
individuos humanos, pero las unidades de una estructura cívica no son las
familias ni las corporaciones, como algunos filósofos políticos y formulaciones
legales y hasta morales tienden a aseverar. Toda unidad depende de alguna
escala determinada, perteneciendo la familia de este ejemplo a una escala
paralela a la sociedad civil. Sin embargo, conviene ciertamente a la segunda
que sus miembros pertenezcan a la primera, pues la familia puede satisfacer
mejor que cualquier otra estructura social muchas de las necesidades humanas.
Además, en general, los individuos que han sido formados en su infancia en
familias constituidas tienen un comportamiento más cívico que aquellos que
desafortunadamente crecen sin este apoyo de carácter afectivo-formativo. Por
ello la sociedad civil tiene normalmente como política promover la familia como
institución social conveniente. Además, la pertenencia de un individuo a la
sociedad civil y a la familia obedece a distintas funciones específicas de su
ser.
Un aumento de las unidades homogéneas no rompe la
escala para producir una estructura de escala superior, sino que la hace
únicamente más grande. Una mayor cantidad de átomos de cobre en un alambre
conductor produce un alambre de mayor tamaño, sea en sección, longitud o ambas.
Una estructura es funcional debido a una determinada cantidad de unidades
discretas. Un mayor número de éstas se traduce en una estructura distinta, pero
de la misma escala. Por ejemplo, un automóvil de quince ruedas probablemente ya
no funcionará como un automóvil, sino que como otro tipo de vehículo. Nuestros
actuales superpoblados centros urbanos no pertenecen a una escala mayor que una
aldea por el mayor número de sus habitantes, pues no están compuestos por
conjuntos de aldeas que conforman federaciones. Siguen siendo los pobladores
sus unidades discretas, ahora con una psicología social y una cultura
necesariamente distintas. Existen otras unidades funcionales, entre las que se
cuenta la imposibilidad que tiene un individuo para conocer a todos los
habitantes de una gran ciudad, que la diferencian de una aldea, que no es
precisamente el número de pobladores.
En general, la complejidad de una estructura depende
del grado de diferenciación y de la variación de las unidades discretas, más
que de la cantidad de ellas. Una estructura será más simple si sus componentes
son unidades más homogéneas, y será más compleja si sus componentes son más
heterogéneos. Así, las unidades básicas, las partículas subatómicas
fundamentales, son algunas decenas (aunque el Modelo Estándar habla de dos que
son más estables y que constituyen las restantes: quarks y leptones). El número
de unidades de la escala que sigue, es decir, los átomos, son de poco más de
cien (114 según el último cómputo). La cantidad de la escala que sigue, las
moléculas, es ya tan numerosa que probablemente ningún tratado de química
podría nombrarlas todas. Por el contrario, las industrias química y
farmacéutica se benefician con la producción de nuevas moléculas.
No deja de maravillar que la infinita diversidad del
universo tenga como base de su estructuración unidades tan simples. La
exuberancia natural en las escalas menores y más simples reside principalmente
en la cantidad de unidades iguales, mientras que en las escalas mayores y más
complejas, está en la diversidad y en la sutileza.
Funcionalidad
discreta
La funcionalidad particular de una unidad
discreta-estructura proviene de la funcionalidad de sus propias unidades
discretas de la escala inmediatamente y puede abarcar otras escalas inferiores.
La combinación de las distintas funciones genera una funcionalidad distinta de
la funcionalidad de cada una de sus subestructuras. Veamos lo anterior con un
ejemplo. La función de una rueda es girar en torno a su propio eje, solidario a
la rueda, cuando es rotado por un motor, y tiene por efecto desplazar el eje paralelamente
sobre el plano donde se apoya dicha rueda. La función de un motor es rotar el
eje de la rueda. La función de un automóvil es transportar distancias cortas,
medianas o largas a su conductor y posibles acompañantes con comodidad y
rapidez. En fin, el automóvil en cuestión es funcional si también existen
estructuras de su misma escala, como carreteras, centros de servicio,
reglamentos de tránsito y señales de tránsito, y estructuras de escala
superior, como un sistema vial, un sistema de producción y distribución de
combustible, un orden sociopolítico, etc.
Para subsistir una unidad discreta depende de la
organización de la estructura de la que forma parte, y ésta depende, a su vez,
de la eficacia funcional de la primera. La viabilidad de una estructura está
determinada por las capacidades funcionales de sus unidades, y la cantidad y el
tipo de función asignada. Éstas están determinadas a su vez por el modo de
subsistir de la estructura de la que forman parte. Un automóvil es una
estructura eficiente como medio de transporte en la medida que exista una
superestructura eficiente de transportes que comprendan buenas carreteras,
estacionamientos, estaciones distribuidoras de gasolina y aceite, reglamentos
de tránsito, señalizaciones carreteras, talleres de mantenimiento y servicios,
repuestos y todas estas estructuras pertenecen, como decíamos más arriba, a la
misma escala del automóvil y son a su vez unidades de la estructura transporte.
Hay estructuras que no se caracterizan tanto por la
variedad de sus unidades discretas como por la mayor interrelación que existe
entre ellas. En ellas sus unidades discretas no sólo se relacionan causalmente
entre sí, sino que comparten sus propias unidades hasta el punto de llegar a
depender mutuamente. Los conceptos aristotélicos de sustancia y accidente
pierden su significación en estructuras cuyas unidades discretas le son
fundamentales. Una molécula de agua depende absolutamente de un átomo de
hidrógeno y dos átomos de oxígeno. Esto que es válido para una estructura tan
simple como una molécula de agua también lo es para estructuras más complejas.
En general, toda estructura está compuesta por unidades discretas que le son
fundamentales y sin las cuales no puede subsistir o, al menos, funcionar. El
término sociológico, “discapacidad”, se está refiriendo a disfunciones
fisiológicas y/o psicológicas en individuos humanos.
Las unidades discretas poseen funciones específicas que
le son propias. Esto significa que si una unidad discreta está especializada
para desempeñar una función específica, no podrá desempeñar cualquier otra
función dentro de la estructura, al menos en forma eficiente. Por ejemplo, un
militar, que está formado para la guerra, no funciona muy bien como estadista,
en especial cuando la sociedad civil está experimentando una vida democrática
normal. Las unidades pueden especializarse en alto grado, de forma que ciertas
funciones les son exclusivas, pero limitativas en el sentido de que les es
imposible ejecutar cualquier otra función.
Mientras más homogéneas son las unidades discretas de
una estructura, su función será más simple, pero si aumenta la diversidad,
aumentará su complejidad. Un alambre de cobre puede conducir una corriente de
electrones. Pero si se agrega un transistor, la corriente se puede especificar
y modular.
Para que una unidad discreta pueda desempeñar una
función específica, y no otra, necesita existir en un medio estructural que le
garantice su propia subsistencia, además de permitirle su funcionalidad. Una
estructura es un sistema en el sentido de que constituye, por las partes que
contiene, una verdadera organización funcional. Sus componentes están ordenados
y protegidos por el mismo sistema para que puedan subsistir y desempeñar sus
propias funciones. Por ejemplo, las unidades discretas de una casa son el piso,
el techo, las paredes, las puertas y las ventanas. Cada una de ellas tiene una
función específica para que el todo funcione como casa. Cada una de ellas está
a su vez compuesta por sus propias unidades discretas. En la puerta podríamos
distinguir la hoja, el marco, el picaporte, las bisagras. En una bisagra
podríamos distinguir las dos planchitas metálicas perforadas con un cilindro
por un borde para contener un eje, el mencionado eje y los tornillos para fijar
las dos planchitas por sus perforaciones tanto a la puerta como al marco. En un
tornillo se distinguen la cabeza ranurada y un vástago con forma de espiral
cónica, etc. La función de cada componente en cada escala está asegurada por el
funcionamiento propio de cada cosa en su escala. El conjunto de escalas y
estructuras conforman un sistema. En el caso del ejemplo, la estructura casa es
un sistema para las escalas y estructuras contenidas. La funcionalidad de una
estructura afecta a sus unidades discretas y sus propias funcionalidades,
modificándolas si fuera necesario, para producir un todo coherente.
Disfuncionalidad
Las unidades discretas se caracterizan porque, por su
misma funcionalidad, permiten que la estructura de la que forman parte
subsista, y porque, en dicha estructura, son interdependientes. La cantidad de
algún tipo de unidad discreta esencial puede variar desde una a muchas. La
insuficiencia o carencia de alguna de las unidades discretas esenciales
compromete la subsistencia o el funcionamiento de la estructura. Un organismo
biológico tiene normalmente duplicadas sus unidades discretas esenciales con el
objeto de poder subsistir y seguir funcionando si falla alguna de éstas. Pero
si en un animal el corazón es el que falla, la totalidad de la estructura se
verá comprometida en su subsistencia, y el animal no podrá seguir viviendo.
Una estructura no logra funcionar bien cuando posee
subestructuras poco funcionales, le faltan o le sobran. Tampoco logra funcionar
bien cuando cambia el propósito para el cual está diseñado, como cuando se
emplea un alicate para clavar clavos o una tijera para apretar tornillos. En
este caso, pasa a ser una subestructura disfuncional de la escala superior.
Si bien las unidades discretas subsisten gracias a su
pertenencia a una estructura, pueden también entrar en conflicto y causar una
disfuncionalidad estructural hasta llegar a la destrucción misma de la
estructura, como en el caso de la muerte por enfermedad de un animal, o en el
de la destrucción de la convivencia social y política a causa de la guerra
civil. El marxismo ha acuñado el término “contradicción interna” para referirse
justamente al desacuerdo u oposición que puede albergar una estructura entre
algunas de sus partes o unidades discretas, en este caso, una sociedad. Esta
idea de conflicto y falla de unidad interna puede ser extendida a todas las
escalas de estructuras posibles, como una característica disfuncional, aunque
perfectamente natural, especialmente en las estructuras más complejas.
Al desaparecer una estructura, sus unidades discretas
cesan de relacionarse entre sí del modo tan distintivo que la hacían posible.
La interdependencia entre las sucesivas escalas es a veces tan grande que la
destrucción de una estructura produce la destrucción de sus subestructuras en
varias escalas sucesivas. La desestructuración termina en la escala inferior
donde sus estructuras mantienen su funcionalidad. Por ejemplo, al morir un
animal, desaparece no sólo su identidad, sino que, muchas de sus unidades
discretas resultarán destruidas en varias escalas incluyentes, tal es la
interdependencia de las mismas. Ninguna célula podrá subsistir más allá de un
corto periodo de tiempo, habida cuenta que requiere de suministros continuos;
sin embargo, moléculas de su ADN podrán subsistir por algún tiempo hasta que
otras causas terminen por desintegrarlas en sus componentes moleculares más
simples y atómicos. Este hecho es muy beneficioso en un ecosistema, por cuanto
los componentes del animal muerto pueden ser aprovechados en su integridad por
los animales que siguen viviendo y reintegrarse al ciclo.
Recíprocamente, la desaparición o extinción de una
subestructura irremplazable puede ser la causa de la destrucción de la
estructura de la que forma parte. Por ejemplo, algunos futuristas afirman que
cuando se agote el petróleo, siempre que no se invente una fuente de energía
abundante y barata que lo reemplace, la civilización, estructurada teniendo
como base su consumo, simplemente se destruiría al llegar a ser inviable.
La diversidad e “imperfección” del universo no se debe
únicamente al indeterminismo cuántico ni a la asimetría molecular.
Principalmente se debe a la natural incorporación de unidades heterogéneas
dentro de las estructuras. Por ejemplo, un diamante, que es una estructura
cristalina compuesta por simples átomos de carbono con un máximo de
entrelazamiento espacial, puede contener, no obstante, átomos de otros
elementos, los cuales, desde luego, rompen la simetría uniforme y regular del
cristal, presentando, por tanto, imperfecciones.
Aunque el concepto de “diversidad” es objetivo, el de
“imperfección” es relativo y depende del punto de vista que se tome. Es posible
que la particular imperfección del diamante del ejemplo resulte en un valor
mucho mayor en el mercado de las gemas. Estas imperfecciones existen en todas
las escalas. Así, en 1933 fue terriblemente lamentable que la unidad discreta
Adolfo Hitler fuera elegida y nombrada como Canciller para estar a cargo del
Reich alemán. Su perversa funcionalidad produjo uno de los, sino el mayor
desastre sociopolítico de la historia humana. Otros siniestros personajes del
siglo XX tienen la estatura suficiente para aportar sus malévolos retratos en
esta particular galería.
Una estructura nos puede parecer completamente amorfa o
desestructurada si la desvinculamos del todo del que forma parte. Por ejemplo,
un fluido en sí mismo no es funcional si no está relacionado con el sistema del
que forma parte. En realidad, toda estructura existe con relación al medio que
la rodea y del cual constituye una subestructura. Del mismo modo como conjuntos
de estructuras de una cierta escala llegan a generar estructuras de escala
superior gracias a sus funciones, una estructura es funcional en tanto forma
parte de una estructura de escala superior, dentro de la cual su potencial
funcionalidad puede actualizarse. Un trabajador, por ejemplo, no es funcional
como trabajador en tanto permanezca cesante y no consiga integrarse a una
empresa productiva.
Particularidades
Las estructuras biológicas autónomas se caracterizan
porque se estructuran a sí mismas, siendo su función principal la supervivencia
y la reproducción. Cada organismo biológico posee un código genético
estructurado a la manera de un gigantesco plan maestro cuya función es guiar y
controlar la construcción y organización de las unidades discretas en la
microscópica escala de las proteínas. El resultado final, que es el organismo
biológico, proviene de la construcción de proteína tras proteína, siguiendo
exactamente las órdenes codificadas de este plan maestro transmitido
genéticamente. Dichas proteínas no sólo no se estructuran al azar, sino que lo
hacen teniendo además el propósito de formar cada uno de los distintos
componentes celulares de cada célula particular, las que llegan a conformar estructuras
de tejidos y órganos, de modo que en las distintas partes de los distintos
órganos y aparatos que constituyen el complejísimo organismo biológico
intervienen distintos grupos de células muy especializadas. La estructura
construida resulta estar predeterminada por unidades genéticas que pertenecen a
la ínfima escala molecular. Las partes del organismo biológico que el código
del genoma estructura dependen también de las condiciones de la estructura de
la que forman parte y de su medio estructural. Probablemente, un organismo
adaptado a la gravedad terrestre desarrollaría algunas de sus partes de otras
dimensiones si se gestara y creciera en la Luna.
La similitud que tienen las estructuras de cada peldaño
de la progresión de escalas se refiere únicamente al hecho de que se componen
de partes que constituyen sus unidades discretas y que son funcionales. No es
lícito suponer otras analogías, tales como funciones similares, ni superponer
un tipo de estructura a una de otra categoría, como se inclinan a hacerlo, por
ejemplo, las ideologías políticas de corte corporativista que pretenden reducir
el funcionamiento de un cuerpo sociopolítico al de un organismo biológico. La
funcionalidad de la totalidad de la estructura sociopolítica, o de ciertas
partes de ella, depende de decisiones políticas de acuerdo al poder que ejercen
ciertos grupos sociales y la funcionalidad real o supuesta de los organismos o
partes políticas estructurados como instituciones del Estado. La analogía nunca
ha sido una forma inequívoca de conocimiento.
La estructuración supone la posibilidad de que alguna
estructura en una escala superior pueda existir y de la existencia concreta de
estructuras de escalas inferiores. En realidad, basta que estructuras de
cualquier escala puedan interactuar para, en dicho acto, se constituyan en
subestructuras y en unidades discretas de una estructura de una escala
inmediatamente superior que las englobe. Si bien en el proceso evolutivo del
universo las cosas se estructuran a partir de subestructuras previamente
existentes, como, por ejemplo, el agua que se forma de hidrógeno y oxígeno, las
cosas se estructuran cuando existe la posibilidad de estructuras de escala
superior, de las que llegan a formar parte como subestructuras. El agua para
formarse requiere de una temperatura moderada, una cierta presión, un
catalizador, un entorno al que aportar la energía de la reacción.
La repartición de las estructuras a través del universo
va siendo cada vez menos homogénea a medida que se aumenta la escala. Mientras
más simple es la estructura, su probable presencia en el espacio-tiempo es
mayor. La razón es que las estructuras más complejas son más variadas y
requieren más condiciones que las estructuras más simples. Cada variedad existe
con mayor probabilidad en determinados lugares. Así, los protones se encuentran
por todo el universo; los seres humanos sólo se encuentran en la biosfera del
planeta Tierra desde hace sólo unos cien mil de años o poco más.
De manera similar, en la medida que se pasa de una
escala a otra mayor, el empleo de la fuerza es más diverso. De hecho las
fuerzas primarias o básicas están asociadas con las estructuras más simples. La
multifuncionalidad de las estructuras de escalas superiores se debe al uso de
las mismas fuerzas básicas, pero en una pluralidad creciente de procesos
distintos y combinaciones variadas. En el ser humano, por ejemplo, la
multifuncionalidad permite el pensamiento abstracto y racional.
Además de su mayor o menor complejidad, una estructura
posee viabilidad, es decir, capacidad para subsistir en el tiempo. Esta
capacidad depende de la funcionalidad de sus unidades discretas en relación
consigo misma en cuanto la coordinación orgánica general, pero depende también
y principalmente de la estructuración de la escala superior de la que una
estructura es una subestructura. Dos estructuras pueden tener el mismo grado
aparente de complejidad, pero una es viable y la otra es solamente amorfa. Es
la diferencia que existe, por ejemplo, entre un organismo vivo y el reciente cadáver
del que fue ese organismo. Las partes discretas ya no son funcionales con
relación al todo, y, desde el punto de vista de la subsistencia, el todo ha
perdido dicha capacidad, dejando de existir. Sus unidades discretas, no estando
ya estructuradas en función de éste, pierden el vínculo que las relacionaba y
las hacía funcionales en el propósito común de sobrevivir y reproducirse.
Lo que ocurre fundamentalmente es que la estructura de
escala superior se destruye, impidiendo la funcionalidad de las subestructuras
que siguen en un proceso de una progresiva degradación de escalas estructurales
menores. Cuanto más complejo, la degradación de un todo estructurado puede ser
mayor y su caída jerárquica puede ser más grande. Una sofisticada civilización
puede sufrir una mayor degradación que una civilización simple, en cuanto
civilización, en el caso de, por ejemplo, una catástrofe ambiental o una
política. La degradación puede ser intensa e involucrar distintas escalas
sucesivas que harían altamente improbable su reconstitución original.
La muerte de un animal significa la destrucción de sus
subestructuras hasta la misma escala molecular. Si bien las macromoléculas
orgánicas del cadáver del animal pueden llegar a integrar la estructura de un
animal carroñero, o la de una bacteria desintegradora, la digestión de este
animal la descompone en subestructuras aún menores hasta llegar a sus
componentes moleculares y elementales originales.
Una estructura requiere autonomía de funcionamiento
para obtener estabilidad, del mismo modo como requiere que la estructura de la
que forma parte sea estable. La necesidad de autonomía para que una estructura
funcione debe compatibilizarse con la estabilidad y permanencia de la
estructura que la contiene. Así, si el funcionamiento de una parte no es
compatible con la subsistencia del todo, la parte es como un cáncer para el
todo, o sea, es disfuncional para el funcionamiento del todo.
Sin embargo, un ser humano, por ser un todo en sí mismo
con objetivos propios que llegan a transcender el universo espacio-temporal, no
puede, en último término, ser considerado bajo ninguna circunstancia como un
cáncer para la sociedad de la que forma parte. Por el contrario, la función
principal de cualquier estructura sociopolítica es la protección de todos sus
miembros sin exclusión, no porque éstos le son más funcionales, sino porque
cada miembro es un todo en sí mismo con finalidades que le son exclusivas y,
por tanto, la razón de ser de aquélla.
Un ser humano no se justifica socialmente por su mayor
o menor funcionalidad social; se justifica por sí mismo porque posee una
función que trasciende cualquier grado de funcionalidad social. Aunque llegue a
ser disfuncional para la sociedad, ésta no puede excluirlo ni menos eliminarlo,
sino protegerlo y apoyarlo. Si un ser humano se constituye en un peligro para
otros, la sociedad no podrá eliminarlo, sino únicamente apartarlo para que no
produzca daño a las otras personas, y procurar simultáneamente su readaptación
social. La percepción cultural de esta valoración ha sido expresada en la
“Declaración universal de los derechos humanos”, manifiesto que recoge las
aspiraciones de mayor grado de civilización y con el más alto contenido humano
para proteger a los individuos del excesivo poder de la estructura política (el
Estado) y de las mayorías que gobiernan y que tienden a no respetar lo derechos
de las minorías, pero que ocasionalmente cuesta tanto a muchos Estados y grupos
el poder reconocer.
La mayor o menor pertenencia de una unidad, o parte, en
relación con la estructura, o el todo, está en función de la capacidad de la
parte para subsistir con mayor o menor independencia respecto al todo. Una
parte, tal como el individuo humano, que puede sobrevivir con relativa
independencia respecto a las estructuras de las que forma parte en razón de su
potencial multifuncionalidad, tiene una pertenencia relativa y circunstancial,
aunque no por ello innecesaria, en un todo tal como una particular estructura
social. Asimismo, una parte puede tener una relación de pertenencia con muchos
todos diferentes sin que por ello exista incompatibilidad. Un individuo humano
puede pertenecer a una familia, a un club literario y a una sociedad civil en
forma simultánea. La pretensión de intervenir en la totalidad del individuo es
el error en el que incurre todo totalitarismo político. El corporativismo cae
en el error adicional de pretender que las diversas estructuras sociales, como
la familia, el municipio o el sindicato son partes funcionales del Estado, del
modo como los órganos son funcionales en un cuerpo biológico, y, por tanto,
mediadores del individuo humano con éste.
Notas:
Este ensayo, ubicado en http://unihum3d.blogspot,com/, corresponde al Capítulo 4, “Estructura y
escala”, del Libro III, La clave del
universo (ref. http://unihum3.blogspot.com/).